POR LEY DE MEMORIA BÍBLICA
© Fernando Garrido, 19, VIII, 2024
Si Dios fuese socialista no hubiese creado al hombre libre ni tampoco a su semejanza, sino que, casi seguro, se hubiera sacado de la manga una comunidad de esclavos.
Más que nada por su comodidad y, en honor a la verdad, por los aparatosos conflictos que eso nos viene acarreando a ambas partes desde ese -al parecer, necesario- episodio sucedido en el Jardín del Edén hace ni se sabe.
Aquel fue el acto fundacional de la humana libertad, pero también de la estupidez, del engaño y de la mala hostia Paterna.
Hagamos por ley algo de memoria bíblica:
Se abre el telón y aparece un paraíso tipo resort con todo lujo de detalles, entre ellos un árbol que da manzanas, una serpiente y, finalmente, un matrimonio mixto (varón-hembra) heteropatriarcal formado por Adán y su costilla, Eva, que están a punto de provocar el primer altercado con su Jefe.
Este les había prohibido venirse arriba y creer que todo el paraíso es orégano. Pero entra en escena la sierpe y le dice a Eva que no sea boba, que puede tener todo lo que quiera y desee con tan solo desoír la advertencia de Dios acerca de no tocarle las pelotas comiendo las manzanas que cuelgan en el árbol del bien y del mal.
Y ¿Qué hace Eva? Pues va la tonta y se lo cree a pie juntillas. Después se lo comenta a Adán, convenciéndolo de que obtendrán la total igualdad con su Patrón, que serán dueños y señores de un bienestar más allá del empíreo en que viven hasta ahora, porque el malvado Dios es un jodido empresario capitalista acaparador, que tiene el monopolio del Mundo solo para él y no quiere repartir beneficios ni hacer justicia social y que, por añadidura, contamina como un puerco su propio Edén.
Todo esto según lo que la ha contado la bicha, quien a este punto ya habrá averiguado el avezado lector que en realidad es mala y miente como un bellaco o, traducido a nuestros días, engaña, inventa, seduce, finge y calumnia como un socialista.
Así que, crédulos, Adán y Eva se zampan la manzana como si no hubiese un mañana. Lo quieren todo y pronto, ignorando la advertencia de que su libertad no es infinita, que no pueden por sí solos respirar debajo del mar, ni volar como un pájaro, ni correr como la liebre, ni tampoco Eva puede ser Adán ni este Eva, porque la naturaleza humana no da para todo, pues lo que no puede ser, no es y además es imposible.
Pero ya se sabe, la propaganda culebrera tiene un alto poder de seducción y triunfa casi siempre a menudo sobre la realidad de las cosas y, por su parte, los designios de un Jefe cabreado son inescrutables.
Por todo ello, jodido lo tuvimos desde entonces los que llegamos después a este valle de lágrimas, los ya ocho mil millones de Caines y Abeles descendientes de la flamante parejita, porque el Patrón se pilló un rebote del copón y, usando de su derecho de admisión, nos pegó un solemne puntapié para mandarnos lejos del divino resort.
Y así hasta hoy, maldita sea la gracia, porque la bicha, mutatis mutandis, ahora se hace llamar progresista y continua con sus engaños, a veces enroscada como una arandela en el pin de las solapas de quienes siempre nos amenazan con un Mundo mejor, a cuenta de entregarles nuestros bienes, libertad y genuina naturaleza.