© Fernando Garrido, 28, I, 2024
Qué es de Carmen, ¿dónde está? Decidme.
Sí, Carmen, toledana, castiza, nacida en la parroquia de Santa Leocadia, en cuya iglesia un día también se desposó con su vecino, José, a quien todos conocimos, pero a finales de los noventa se marchó. Desde entonces ya no les pudimos nombrar más, como solíamos algunos, por abreviar, “Josicarmen”.
A Carmen hace tiempo que no la vemos, como al probe Miguel. Marchó, como tantos, del Casco.
Ha sido Santo Tomé su última parroquia y barrio, de donde se mudó, al parecer, a una residencia en las afueras.
Ella, desde luego, hubiese preferido instalarse en el Hospitalito del Rey, en la Cuesta de la Feria, frente a la Puerta del Reloj de la catedral. Pero ya se sabe, ese político, que nadie sabe dónde mira, le rompió, como a tantos otros, las expectativas.
Carmen lo llamaría “boloblás”, modo cañí toledano de llamarlo a uno bobo de los eggs. A mí, sin embargo, eso me parece demasiado suave para tanto como destaca ese lebrel.
El caso es que ya no vemos a Carmen por aquí haciendo la compra, ni hablando en la charcutería de su Atlético de Madrid, que para ella es el “Aleti”. Y siendo de toda la vida muy forofa, cuenta la leyenda que, cuando acudía al Manzanares, llevaba rojiblanca la ropa interior.
También recuerdo que, aparte del “Aleti”, Carmen siempre se encomendaba a la estampa de la beata Vicenta María, fundadora de la de las religiosas de María Inmaculada.
A un servidor, de niño, le daba algo de miedo aquella monja del retrato, tan vestida de negro.
Nunca supe entonces de dónde le venían a esa sor Vicenta los súper poderes, ni tanta afición de Carmen hacia ella. Porque, llamándose María del Carmen, sería más lógico ser jouligan de Santa Teresa, por aquello del Carmelo.
En fin, casi seguro que tanto ajetreo de la abulense la atosigaría, porque atosigar es verbo proverbial en Carmen cuando alguien o algo la incómoda. Espero que ahora no lo esté, aunque no sé bien dónde mora.
Algunos me dicen que se ha mudado de nuevo, con José, San José o San Pedro, que para el caso casi que da igual.
Aunque para mí que, sin perjuicio de lo anterior, para prevenir los resfriados de este mes de enero, ha decidido cambiar de aires y, aprovechando, ha acudido a visitar a su amiga Maribel. Puede ser que a las Canarias.
En cualquier caso, no hay que impacientarse; digo yo que ya nos enviarán una postal para contárnoslo un día; aunque por ahora el servicio de Correos está fatal.
SIT TIBI TERRA LEVIS