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© Fernando Garrido, 25, III, 2025
Dicho pronto y bien, sin demasiada pulcritud y para que se entienda: algo tan lejano como una serie de volcanes activos en la península rusa de Kamchatka han creado una gigantesca bolsa de aire caliente que, desplazada hacia el Ártico Norte, ha provocado en última instancia que se formen esos rosarios de borrascas que nos llegan una tras de otra a la Península Ibérica. Este es el motivo registrado por la ciencia meteorológica que en los informativos apenas oiremos, porque a los que mandan el vulcanismo no les resulta nada rentable.
Es lo que tiene y siempre ha sido el tiempo atmosférico, algo incontrolable, inalterable ni previsible, porque intervienen multitud de factores de entre los cuales el Hombre es comparativamente inferior de lo que una pulga a un elefante. Aunque por esa misma razón, siempre hemos tratado de encontrar claves para el exorcismo, sin éxito en el cómputo de esfuerzos para ponernos a salvo, aunque sí para obtener beneficios, según cada brujo, logia y circunstancia.
El zodiaco, las rústicas cabañuelas, la Virgen de la Cueva, el popular azulejo del burrito con su áspero e inocente, pero eréctil, rabo de pita, la suave ala de una mariposa o, sobre todo, el actual mil billonario aparato del lobiestore mundial 2030, son algunos de los negocios e intentos hermenéuticos o, más bien, fracasos poéticos e infamias a la inteligencia que acumulamos hasta ahora.
Y así, ya que no hay otra al parecer más cierta ni verdadera, si avistamos teóricamente en modo retrospectivo el Bigbang, deberemos de culpar a su liminar explosión el todo de lo que después ha sucedido en cadena hasta hoy en el universo. Un periodo difícil de imaginar ni comprender en una mente cuya evolución y existencia es menor a la milmillonésima fracción de la centesimal parte de un segundo, es decir, el instante que apenas ocupa desde Atapuerca en Burgos a la Rusia de Putin Vladimir.
Pero siendo descorazonador, me resulta simpático y a la vez una clarividente paradoja un ingenioso artilugio o juguete que estúpidamente he adquirido en Amazon. Se oferta así:
“El popular y famoso higrómetro Fraile del tiempo lleva fabricándose desde hace más de 100 años a mano y en cartón. Es un producto ecológico que indica el tiempo que hará. Funcionamiento fácil: el monje baja el brazo y cubre la cabeza con su capucha cuando el tiempo será húmedo o lluvioso. Por el contrario, sube el brazo y se descubre por completo cuando se prevé un tiempo seco. ¿Qué tiempo hará mañana? El Fraile se lo dirá”.
Y añaden:
“Los clientes están satisfechos con la precisión que ofrece este termómetro. Lo califican como un buen predictor, sencillo de usar y regular una vez calibrado. Además, valoran su apariencia retro y nostálgica. Puede adquirirlo desde sólo 34 euros, envío incluido”.
Estoy esperando su llegada para ponerlo en la pared enmarcado con un leis hawaiano que también he pedido para ahorrar en gastos de envío. Ya iré informando…