LOS MUERTOS NO TEMEN MORIR
© Fernando Garrido, 11, I, 2024
El caos, la desvergüenza, el atropello, la arbitrariedad, el amaño, la extorsión, el chantaje, la mentira, el crimen, la corrupción, el desorden, la dictadura y el golpe genuino han recomenzado.
Bienvenidos y mal hallados los convidados a esta nueva legislatura de la infamia.
La sesión parlamentaria de ayer martes para la aprobación, parcialmente fallida, de tres malditos decretazos, ha inaugurado la era histórica antidemocrática del progreso hacia la liquidación de la soberanía nacional, del estado de derecho, de la igualdad y las libertades del ciudadano. Todo lo cual se hace en virtud de una alianza mafiosa transaccional entre los fascismos y comunismos socialistas, en una España donde finalmente ha triunfado todo aquello por lo que la ETA mató.
Pero, como lamentablemente habrá mucho tiempo para escribir de los desastres presentes y futuros, ayer, al menos para el que suscribe, dos cosas, y no por buenas, quedaron suficientemente claras y diáfanas. A saber:
UNO
Que hay en España una derecha nacionalista-separatista que, aunque de liliputiense estatura, no tiene complejos de ningún tipo. Que sabe lo que quiere y a dónde va. Que no traiciona a sus votantes enfermos y ebrios de odio al resto, de un amor propio atroz, de vino agrio y de poesías épicas con que celebran la xenofobia, reunidos en la noche endogámica aldeana, entorno a sus mitos y falsos ídolos.
Debo de confesar que ello es para un servidor motivo no sólo de rabia por el trastorno colectivo de esa derecha enana, delictiva, egocéntrica y desquiciada, sino al tiempo un sentimiento de melancólica envidia por lo que no son ni hacen los nuestros, los liberales conservadores constitucionalistas, a los que suponemos sobrios, cuerdos y armados de principios afines, al menos, a su electorado. Pero que luego no, nunca y nada cuando llega la ocasión que les concede el poder, porque incapaces, trémulos y acomplejados no someten a sus enemigos ni adversarios vencidos, no prescriben ni proscriben sus huellas políticas, ora justificado por estúpidos y prejuiciosos “qué dirán”, ora porque comparten entretelas y secretos, corruptelas y negocios con ese amigo-enemigo que nos hace hincar de rodillas reverencias a sus credos y que, por su parte, nunca tiene complejos en soslayar delitos e inmoralidades cuando, desde el poder, como ahora, construyen muros o cordones sanitarios, y no vacilan si han de aplicar su rodillo para dar contento a la vez que sustento a todos los suyos.
DOS
Que a España le costará todo lo que es y ha sido el que SNCHZ sea hoy presidente. Es mucho. Muchísimo, ese perder todo por la nonada que SNCHZ es y lo que pueda hacer. Porque es el presidente, sí, pero de qué, de quiénes y para qué. Tan sólo hoy lo es para entregar lo que no le pertenece y envanecer aún más su psicopático e inmenso ego.
Él gobierna, sí, pero no manda. Por tanto, no hay gobierno ni nada sin la respiración asistida que tiene conectada al prófugo delincuente Puigdemón, el líder de la derecha pigmeo catalana que ha adquirido, sacando a los dados un siete, la dignidad virtual de Jefe de Estado plenipotenciario, para aplicar estrictamente su voluntad política de norte a sur y de este a oeste en el solar hispano, como lo fuera, sin exagerar, en el altísimo medievo, el Rex Gotorum Hispaniae.
“Carlos Puchi Rex” fue aquel cobarde a la fuga en un maletero, sí. Pero ha ganado porque, en sentido hegeliano/nietzscheano, es ahora el más fuerte: él no teme morir. Ya estaba muerto; viene de allá, de una muerte de la que SNCHZ, igual que a ETA, lo ha resucitado. Por eso, entre la clase política de los eunucos, ganan esos Lázaros esdrújulos que estuvieron muertos y ahora, reanimados, ya no tienen miedo a morir.
Y por ahora nada otro, sino que llegará el día en que no habrá ya más nada que entregarles… Y entonces, qué.
Salve, buenos días y, artísticamente, mucha mierda.