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© Fernando Garrido, 22, XI, 2024
Uno de los grandes fastidios de poseer imaginación es la frustración en que lo imaginado, sobre todo si es para bien, no suela cumplirse. Y quien esté libre de sentirlo así, que tire la primera imaginación que tenga a mano contra lo que digo. Porque supongo que después de conocer ayer la confesión de Aldama, quien más o quien menos habrá imaginado, como poco, la inmediata caída del sanchismo que apesta a muladar o, como máximo, ver a su fétida sanchidad vestida con un pijama a rayas tras los barrotes de Alcalá Meco. ¡Qué gozosa estampa! Si no fuese porque tanto así lo anhelábamos de Puigdemont, como chasco llevamos de que sea él quien manda aquí.
Pero me remito al inicio de este articulo o, mejor, a todo lo sucedido desde 2020 cuando imaginábamos o especulábamos que las inmensas mentiras y la escandalosa cifra de víctimas, junto a la pésima y criminal gestión de la crisis pandémica, al tiempo que los chanchullos y la ilegal declaración del estado de alarma, harían caer al entonces insomne Doctor Plagio, hoy distinguido por avara elevación a número uno y gran padrino de una banda organizada para la comisión de gravísimos delitos de corrupción moral, política y económica.
Aun así, no hay caso, según dicen. No imaginemos otra cosa que el rotundo desmentido a la totalidad y, por el contrario, el furibundo señalamiento por todo bulo al declarante Aldama y a la prensa libre, a los jueces y a los partidos de la oposición. En esto, lamentablemente, la maldita imaginación fundada en la experiencia ha demostrado no equivocarse. No quisiera recurrir a Murphy, ese lacónico “Rapel” sin collares ni chillona túnica estampada, pero infalible de veras.
Pues si tuviese que apostar con la sesera, no con el corazón, creo que así será, y que Julio Iglesias me perdone, porque lo triste en las dictaduras corruptas como la presente es que “la vida sigue igual” de turbia.
Nadie espere que las importantes “nonadas” confesadas en la Audiencia Nacional frenen el proyecto de la banda gubernamental, sino un acelerón desesperado hacia el todo o nada.
Es más, puestos a especular, si mañana apareciese el cadáver de ese su ex socio llamado Aldama, ahogado con su propio pene introducido en el gaznate, nadie se atreva a maliciar que fue un ajuste de la cosa SNCHZ, pues ya podemos prever a sus siervos, entre otros al orondo cuervo de la SXTA o a esa Afradixiaca rubia-ampollas y demás cánidos ganapanes explicadores, acusar a la ultraderecha de inducir un suicidio o de cometer un crimen de falsa bandera para achacárselo a su amado líder y a su extractiva socia de la Complu, a la que ahora llaman la catedrática Freddie Mércury -será con el bigote abajo, suponemos-.
En fin, en cuestión de credibilidad, aquel tal Bárcenas “el fuerte” tuvo mucha más fortuna. Donde va a parar. Ni comparación tiene la garganta profunda de un tipo de derechas al que la izquierda siempre creerá como a sus hermanas del sí extenuado, y al que amará tanto como a la pasta gansa en la República Dominicana, a los lupanares, sus chorbis y a sí mismos sobre todas las cosas nostras, que tan socialistamente hacen suyas.
Por mi parte no voy a ocultar a estas alturas que el pentito Aldama me fascina, por haber puesto patas arriba a ese autoproclamado gobierno de la censura y limpieza infinita.
Ojalá ahora la imaginación, el miedo y la legalidad de Murphy, sí cambien de bando.