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© Fernando Garrido, 4, XI, 2024
Desde la fuga de Puchi y sus mariachis golpistas, no habíase visto otra igual. Ayer, el Begóñez, en Paiporta se sumó a la lista de delincuentes y cobardes que huyen en auto para no responder por sus actos.
Begóñez, haciendo siempre honor a su tríada oscura, narciso, maquiavélico y sicopático, ha tratado, como de costumbre, de sacar ventaja política y económica de las desgracias y catástrofes del país que destroza y sin embargo gobierna. Qué esperaba encontrar allí.
Ayer, en Paiporta, como es natural, lo quisieron linchar en representación de millones de valencianos y españoles víctimas de su gobierno, que son tantas como vivos y ausentes. Los de la DANA y los sepultados por sus socios, los de aquí y los de allá en el Nuevo Mundo, o también en desiertos y montañas no muy lejanas.
La ausencia del Estado en Valencia responde a esa calculada estrategia socialista-comunista del caos para echar siempre la culpa y responsabilidad sobre otros. Ya sabemos: ricos, empresarios, jueces, medios, periodistas y presidentes regionales o políticos y partidos que no forman parte de su banda organizada.
El retraso, dosificación y ausencia de los recursos del Estado para intervenir en las zonas afectadas por la tragedia meteorológica forma parte del plan que tienen en marcha para desarticular y expoliar España.
Pero existe un problema añadido, porque habrá que poner grandes sumas presupuestarias para aliviar las pérdidas y reparar la normalidad, cosa que compromete su futuro basado en ir de compras a Bélgica, Cataluña y Vascongadas, cual manirroto, a gastar todos nuestros dineros, derechos y libertades.
Ahí está, en parte, la explicación de haber trascurrido ya seis días desde el terrible temporal sin decretar el estado de emergencia y de zona catastrófica. Pero aun así dará igual, si no que pregunten a los canarios de la vulcánica isla de La Palma…
Eso no se oirá en los medios monopolísticos de la “verdad” controlada por el régimen. Como tampoco hace falta conectar TVE ni la SXT, para averiguar qué o quiénes ostentan ya el título de culpables del desastre o de la miserable cobardía y huida de Begóñez, pues, como no podía ser de otro modo, son el Rey y la ultraderecha ¿Quién si no?
La incómoda e insoportable realidad de lo sucedido ayer en Paiporta es que la baja condición moral del felón ha quedado retratada una vez más. Por eso su odio hacia la Corona le ha subido la fiebre de venganza.
El Rey, como Jefe de Estado, dio una enorme lección de oficio, hombría, majestad y grandeza, a un infame presidente de gobierno a la fuga que sólo puede presumir de ser el guapo número uno, sobresaliente en corrupción y en el engaño, en el plagio y la burla, en ser el tahúr de todos los fangos y, por añadidura, un docto cobarde y solemne gurrumino.