© Fernando Garrido, 4, I, 2023
El reo de la semana se apellida Celada y en ella ha caído el infelice cabanillero, que lleva por nombre Jaime y es –de momento- concejal de Cabanillas del Campo, pero que también fue alcalde del Partido Popular (2011-2015) en esa misma localidad sita en la muy noble y castellana provincia de Guadalajara.
Los hechos "criminales", conocidos a través la indiscreta grabación de un teléfono amigo, que ahora está dando la vuelta al mundo para mostrar tamaña afrenta a la humanidad, son los siguientes:
Estaba el señor Celada el pasado sábado 31 de diciembre en mesa de viandas, vinos, turrones y rosas en un restaurant de Cabanillas junto a sus amigos y compañeros. En esto que, en un momento dado, ya coloraetes, entonados y desinhibidos, en plan karaoke y fin de fiesta se vinieron arriba, muy arriba España y en pie entonaron, brazo en alto, cual tenores, uno de esos típicos “Asturias patria querida” que resultó ser un “Cara al Sol”. Pero tan desafinado y desafortunado como el cántico de “la cabra, la cabra, la madre de la cabra...”
Y en ese día y hora la ha pifiado total don Jaime, urbe et orbi, de lesa musicalidad falangista y de las JONS.
En esta patria nuestra el cante de Jaime Celada no se perdona, ni por esa subespecie del fascismo, el socialismo fanangista, que paradójico y parricida se declara antifascista, ni tampoco por quienes ellos acusan de serlo. Me refiero a los suyos, los de Celada, sobre todo los dirigentes de su partido que caracolean entre espantados y traumatizados por ser o no ser la diestra o la diestrísima extremidad política.
Son esos caracoles sapencos con la testuz escondida, que se ofrecen a título sufragáneo de censores y verdugos a su enemigo, a quien siempre están prestos a remedar.
A ese fenómeno algunos lo llaman “maricomplejinismo”, otros directamente traición. Me quedo con ambas. La muestra es que inmediatamente, ayer mismo, ya cerraban -prietas- las filas contra Jaime Celada con un expediente informativo que acabará con su casi segura expulsión.
Así que, lo siento Jaimito, date por jorobado tú y tu jaimitada, porque los tuyos no se apiadan ni vacilan cuando reciben una orden de la Ser o El País o del ala vaticana de la COPE o de La Sexta…, o lo que es igual, del satánico despacho de Moncloa, ese en que aún piensan heredar, según el antiguo testamento del consenso en la alternante primogenitura geminada.
Un servidor, como tantos otros Baby Boomers, no fuimos falangistas como los progenitores y vástagos de toda la caterva que ingresó en el PSOE desde 1975, para continuar con los privilegios de papá cambiando de un régimen a otro. Me vienen ahora a la memoria las enormes sátiras noveladas de F. Vizcaíno Casas: “de camisa vieja a chaqueta nueva”, “hijos de papá”, “los descamisados”, “las autonosuyas” y tantas otras, tan reales, donde el exitoso autor da cuenta del cachondeo en ese proceso que se vivía con despilfarro de hipocresía e infinita avaricia.
Eran aquellos los pajes, hoy en sillones palaciegos y con donuts irisados en solapa, que con el yugo y las flechas en el pecho cantaban junto a nosotros, pero mucho más efusivos, el “Cara al Sol” en el patio del colegio o en el campamento de la OJE o cuando nos salia el gusto y queriamos.
Cosa esta última parece ya no pertenecer al presente: la libertad para entonar un himno bello y gigante, de altruista y sacrificado amor a la patria, tan distinto a “la internacional”, pachanga –esta sí- socialista con invitación explicita a la violencia que, sin mencionar ni patria ni España, habla de una “legión esclava” que, “sin dioses, reyes, ni tribunos”, se relame agrupada en una “lucha final” que ya dio y va dando como resultado millones de muertos, torturados y desaparecidos. Nada menos que unos cien millones.
A pesar de ese holocausto rojo, cada día vemos a los líderes y sus escuadrones socialistas uniformados junto a sus brazos terroristas, golpistas y anti sistemas, enfervorecidos, puño en alto, conmemorando ocasiones con su canción totalitaria.
Una verdadera danza de la muerte que, si es preciso, bailan sobre las tumbas y memoria de sus víctimas.
En fin, me voy entonando en castellano un decente “Cara al Sol” que, aunque no es lo mío, lo tomo prestado por nostalgia de años mozos y porque me da la gana fastidiar a tantos caracoles que, como NÑZ o FYJY, siempre andan escondiendo sus cuernos del Sol, que ni su padre ni su madre les conocen, ni la matria que les parió.