© Fernando Garrido, 13, VI, 2022
Domingo tórrido, incluso aquí: calle San Juan, Burgos, terraza La Modernista.
En la mesa de al lado una dama se abanica con un periódico. Se levanta, deja junto al ticket unas monedas y el improvisado abanico. Se aleja lenta por el Arco. Alargo la mano y agarro el diario que con el trajín está descuajaringado. Tengo calor y una difícil decisión: abanico o letras.
No veo la portada; el periodico está doblado por una página interior. Observo una foto a tres columnas y tres monumentales arcos de medio punto. Bajo estos, ocupando el ojo central, hay una figura. Es un hombre en mangas de camisa con corbata estrecha. Al fondo, la claridad del paseo del Espolón contrasta con su troquel humano, que se estrecha rodeado por la pétrea arquitectura ilustrada.
Reconozco la figura de Daniel de la Rosa bajo la arcada clasicista, sobre la que se lee en capitales: “CASA CONSISTORIAL”.
El inopinado alcalde de Burgos es entrevistado para la edición dominical de El Diario de Burgos.
En la disyuntiva sobre qué uso doy al fatigado papel impreso, noto en mi frente cómo brotan perlas de sudor. Qué desidia. Da pereza decidir, ventilación o información… Y meneo cansino el diario, mientras inconscientemente hago lectura de la instantánea fotografica que adquiere un movimiento casi cinematografico.
Daniel tiene los hombros caídos, con brazos y manos sometidos a la dictadura de sus bolsillos. Su talla y figura está inevitablemente empequeñecida por las bóvedas y columnas.
No es la imagen de un hombre explícitamente derrotado, pero sí en cierto modo superado y al que se le cae encima la porta pompae consistorial de la Plaza Mayor.
Qué quieren expresar el fotógrafo y el editor, no lo sé, como tampoco si la imagen proyectada se corresponde más o menos con su intención o con la realidad; pero -deformación profesional-, no puedo menos que interpretar.
Particularmente imagino el momento anterior, el que no se ve en la magnífica pintura de Velázquez “la rendición de Breda”. Ese momento previo en que el Hombre, sólo, se enfrenta a la inevitable realidad antes de salir a escena para entregarse a un destino fatal o incierto.
No le doy más vueltas. He llegado huyendo de cuarenta grados a la sombra, para restar diez y ser feliz. No quiero distraerme de los fines.
Freno el abaniqueo en seco y voy directo al final de la entrevista; allá donde suelen estar las conclusiones para no perder tiempo de felicidad.
Ay, ¡pecado!, pecado de curiosidad... Quedo preocupado con el inquietante final (¿conclusivo?) que transcribo literalmente:
Daniel, -Yo aspiro a ganar, no pienso en otra cosa. Pero tras unas municipales, si veo que hay falta de gobernabilidad, lo valoraría, yo ya lo hice hace 4 años. Si tengo la desgracia de tener que optar entre arrinconarme en la oposición o ser colaborador del gobierno en minoría de la ciudad, lo haría. Y yo no prejuzgo a priori las formaciones municipales. Vox no me gusta, no coincido en nada ideológicamente con ellos. Pero tengo una mejor relación con los dos concejales de Vox que con los que lideran el PP en el Consistorio.
Diario B., -Le son simpáticos desde que facilitaron su toma de posesión.
Daniel, -Hacen una oposición dura, pero son personas respetuosas. Me llevo mejor con los dos concejales de Vox que con los del Partido Popular.
Me Inquieta don Daniel por ser un socialista que se asea, aunque de manera instrumental y calculada, no pronunciando palabras como “ultra derecha”, “fascismo”, “reaccionarios”, etcétera. Además, no hace tanto que lo vimos en el Victoria de cañas y risas con el popular Almeida...
Me deja preocupado que los concejales, Ángel Martín, y mi de veras estimado Fernando Martínez-Acitores, se dejen querer en Burgos –nobleza aparte- por un partido que ha puesto en venta la Nación y que ya ha expresado en varias ocasiones sus deseos de ilegalizarles como formación política.
Y yo por mi parte, declaro solemnemente desde ahora, ilegalizadas las olas de calor...