© Fernando Garrido Raposo, 2023
Técnico superior en gestión e investigación de patrimonio histórico
“Una de cal y otra de arena” o “a cal y canto” son expresiones empleadas de común para referirse a determinadas situaciones cotidianas. Tras ellas están conceptos hoy quizás no muy bien conocidos, pero que responden desde antiguo al prodigioso uso de la cal para una de las más grandes empresas del ser humano: la construcción.
Como es sabido, la cal es un derivado de la roca caliza, mineral de origen sedimentario, compuesto en su mayor parte por calcio, que es el quinto elemento más abundante en la corteza terrestre (1).
La caliza está presente desde la antigüedad en prácticamente toda actividad constructiva del ser humano. Su principal componente, el calcio, también forma parte de nuestro esqueleto, huesuda percha de nuestro ser visible, órganos vitales y musculatura.
Con piedra caliza se construyeron hace cinco milenios en Egipto las grandes moles edificadas en forma de pirámide. Grecia y Roma edificaron con calizas y mármoles (2) sus templos, teatros, palacios y todos aquellos bellos edificios que aún hoy podemos contemplar.
En España, la Catedral de Burgos es también un monumental ejemplo en el uso de la roca caliza, que para aquel propósito se extrajo en el cercano enclave de Hontoria, donde todavía existe hoy una cantera en explotación.
Pero no sólo la caliza en bloques o sillares fue un material fundamental como pieza de construcción en el gran Templo burgense, pues de igual modo también lo fue -y aún lo es- su derivado, la cal.
La cal además de ser parte integrante del cemento para unión de sillares y mampuestos, también lo es del revestimiento embellecedor al tiempo que protector en interiores y fachadas, porque su presencia es esencial para preservar la salud y longevidad de sus diversas piezas.
Tanto es así, que la cal aplicada en forma de morteros o jabelgas se ha denominado “piel de sacrificio”, en referencia a esa dermis necesaria para proteger al organismo de la agresión externa de los agentes patógenos y medio ambientales (3).
El trayecto que ha de seguir la roca para convertirse en esa cal que, a posteriori, formará parte de hormigones, masas, jalbegas y morteros, es una metamorfosis similar al mitológico Ave Fénix, pues la roca caliza resurge de su ceniza tras calcinarse; verbo que, por cierto, está formado con raíces latinas y significa "someter minerales a altas temperaturas para reducirlos a cal".
CALCINADO
Así pues, comienza en calcinación el proceso químico para transformar la roca en una sustancia óptima para servir como base conglomerante de un compuesto capaz de unir fragmentos de áridos y otras sustancias aditivas, dando la plasticidad, cohesión y adherencia necesaria al conjunto para su empleo antes de volver a su estado rocoso primitivo.
Primeramente, para ello, es necesario la obtención de piedra de buena calidad, esto es, que contenga poca impureza y un alto grado de carbonato cálcico.
Dicha roca, desmenuzada en pedazos manejables, es sometida a cocción a una temperatura en torno a los mil grados centígrados en hornos preparados a tal fin.
Tras el proceso de cocción u oxidación, la roca pierde aproximadamente la mitad de su peso, convirtiéndose en oxido cálcico llamado comúnmente cal viva.
Esto sucede así porque con la temperatura alcanzada en el horneado, la roca se deshidrata perdiendo el anhídrido carbónico que contenía, que se sublima desprendiéndose gasificado a la atmósfera.
La cal viva obtenida es una sustancia inestable que presenta una alta avidez al agua, llegando a captarla del propio ambiente o de cualquier sustancia orgánica con la que entre en contacto. Reacción en la que desprende una temperatura de hasta ciento sesenta grados centígrados; de ahí el conocido efecto abrasivo-corrosivo que produce derramada sobre cadáveres o cualquier cuerpo u objeto acuoso.
Por ello, para su posterior utilización, los guijarros o porciones de cal viva han de someterse a un apagado o hidratación controlada, consistente en la adición de agua, por lo cual el óxido cálcico pasa a ser hidróxido cálcico.
APAGADO
La hidratación tradicionalmente se efectuaba en oquedades o pozos excavados a propósito para ello. Un tiempo prolongado para este paso es determinante en la obtención de una cal de buena calidad. Pues, un apagado deficiente puede dar lugar a una hidratación posterior, una vez aplicado el mortero, que haría aumentar su volumen, provocando disgregaciones.
De tal forma que, para obras de importancia como las catedrales, se disponía de un gran número de pozos, en los que se abandonaba el material hidratándose en agua por muchos años e incluso décadas.
El hidróxido cálcico obtenido, al evaporar el agua sobrante de la hidratación, se conoce como cal en polvo, cal hidratada o apagada, que técnicamente es un conglomerante aéreo con capacidad de enlazar cuerpos sólidos, por lo que es posible añadirle otros materiales con los que reacciona químicamente, uniéndolos para formar hormigones, cementos, morteros y jalbegas.
FRAGUADO
Para ello, es necesario nuevamente añadir agua al polvo de cal, con lo que se obtiene una pasta fácil de trabajar que, tras su desecación por evaporación del agua añadida, tiene la propiedad de endurecerse lentamente en contacto y absorción del anhídrido carbónico del aire, esto es, se produce una recarbonatación.
El proceso completo de carbonatación o endurecimiento, que puede tardar décadas e incluso siglos, se denomina fraguado y aunque se verifica de mejor manera en un ambiente seco, es necesario un cierto grado de humedad, porque el anhídrido carbónico y el hidróxido cálcico no reaccionan bien en seco.
Con todo, la caliza originaria que, recordemos, era carbonato cálcico, sometida al proceso descrito de oxidación-hidratación-carbonatación, vuelve a adquirir su primitiva configuración rocosa, o sea, torna a ser lentamente carbonato cálcico.
USOS
Las necesidades constructivas en las que el uso de la cal ha sido imprescindible son variadísimas, y de modo genérico se conoce con el nombre de mortero a cualquiera de sus mezclas, aunque su composición, consistencia y uso presente una amplia gama de alternativas.
El mortero es, en definitiva, un conglomerado cuyo componente principal es la cal, junto a áridos o arenas de distinto tipo y grosor, y alternativamente también yeso u otros aditivos como pigmentos, que adquieren consistencia de masa o de lechada.
En su forma más consistente, como masa, tiene la propiedad de ser moldeado para su utilización como material de asiento o unión entre mampuestos, sillares, u otras piezas constructivas.
El mortero en su variante más líquida, lechada o jábelga, es aplicado como capa de revestimiento, enfoscado, revoco o enlucido en los distintos paramentos edilicios.
La jabelga consiste en ser un mortero de cal con árido de sílice o marmolina, al que se le puede también añadir pigmentos minerales.
La aplicación de jábelga o jabelgado, es una técnica que tradicionalmente ha sido empleada como piel de sacrificio o protección de la piedra en fachadas, creando una capa o dermis que consolida e hidrófuga las fábricas durante el largo periodo en que lentamente el hidróxido cálcico va transformándose en carbonato cálcico, proceso que como decíamos puede llegar a durar siglos. Por tanto, su periodo de eficacia protectora es bastante largo.
Pero una vez que todo el material ha pasado de ser hidróxido cálcico a carbonato cálcico, su capacidad de protección se ve reducida pues no es ya sino similar a la roca caliza a la que está adherido y, por tanto, condenado a sufrir sus mismas afecciones. Como la provocada por el dióxido de carbono, uno de los mayores enemigos de la caliza que, siendo un contaminante con cada vez mayor presencia en la atmosfera, reacciona con el carbonato cálcico transformándolo en bicarbonato cálcico, altamente débil y soluble en presencia de agua.
Esto mismo venía sucediendo en la Catedral de Burgos hasta finales del XX, cuando el aspecto exterior de la Catedral presentaba un lamentable estado con sus paramentos cuajados de manchas, goterones, pérdidas y otro sinfín de maculas que conferían al Templo un tristísimo aspecto de grisáceo abandono.
Ello sobrevino a consecuencia de las dificultades económicas, derivadas de las desamortizaciones y supresión de rentas y diezmos que, junto a otras causas, hicieron que se dejasen de realizar -y posteriormente se olvidaran- las periódicas labores de mantenimiento y renovación de las fachadas con jabelgas y policromías.
Así las cosas, felizmente entre los años 1997 y 2012 se puso en marcha un plan global de limpieza y restauración, para rescatar a la Catedral de aquella indeseable situación.
Con motivo de dicha intervención, se realizó un estudio (4) sobre los revestimientos o pieles de sacrificio de la fachada de Santa María. Los análisis arrojaron una serie de interesantes resultados que constataron la aplicación en tiempos pasados, de distintas jabelgas en sus muros, interrumpidas a lo largo del siglo XIX (5).
A partir de las muestras analizadas, se pudo conocer que se aplicaba a brocha un fino revestimiento de mortero, que contenía una rica dosificación de cal, en torno a un cuarenta o cincuenta por ciento, junto a áridos de marmolina o sílice y pigmentos minerales en amarillo ocre (6).
Volviendo al castizo dicho popular del inicio de este breve tratado, encontramos ahora mayor sentido a la expresión “una de cal y otra de arena”, que nuestro diccionario señala como “la alternancia de cosas diversas o contrarias para contemporizar”. Como también nos indica que, “a cal y canto” quiere decir que un lugar queda asegurando de manera que no se pueda abrir, entrar o salir; y que, algo hecho de “cal y canto” es fuerte, macizo y muy durable. Sírvanos esto pues de corolario sobre todo lo dicho hasta aquí, una de cal y otra de arena, nada más debemos de añadir.
NOTAS
1 Por orden, anteceden al calcio en cantidad: el oxígeno, el silicio, el aluminio y el hierro.
2 El mármol es también roca caliza, pero metamórfica, formada a partir de rocas calizas con alto contenido de carbonato cálcico que, sometidas a elevadas temperaturas y presiones, alcanzan una alta cristalización.
3 Véase sobre esto el artículo, F. Garrido, “Memento Mori, Protección de monumentos desde la Edad Media: la cal en la Catedral de Burgos”, 2020, www.fernandogarrido.es.
4 M. D. Robador y J. F. Linares, “El revestimiento de la piedra en la catedral de Burgos”, en Actas del II Congreso Nacional de Historia de la Construcción, 1998, pp. 417-429.
5 La última ocasión conocida en que se recurrió a la aplicación de una capa de jabelga, fue hacia el año 1805 en las portadas de Sta. María, con motivo de su sustitución por el modelo neoclásico que hoy tenemos a la vista, y cuyo fin parece que no era tanto el propósito de protección, sino igualar con el tono del resto de la fachada el color de la piedra nueva empleada en el proyecto.
6 El dato que permitió conocer que se trataba de un mortero antiguo es que su PH era prácticamente neutro, si bien aún restaban ápices por completar el proceso de carbonatación.
BIBLIOGRAFÍA