© Fernando Garrido, 26, VII, 2022
Si hace no mucho escribía que la “moda” pasaba en Burgos por el Espolón (“Pasarela Espolón”), del mismo modo hablaba de que sus edificios “son, practican y significan: arte, cultura, fe, política, economía y sociedad”. Dentro de esos afanes, el Teatro Principal, el Consulado del Mar y la Torre-Puerta de Santa María nos traen también estos meses estivales algunas propuestas artísticas en sus salas expositivas. Propuestas muy diferentes y con desigual fortuna a las que voy a referirme.
En primer lugar, en el Teatro Principal, con el título de “Vuelo Nocturno”, expone pinturas Marina Río. Se trata de una serie de medio formato que gira en torno a la idea o mito del jardín del Edén y vuelta a la naturaleza que nos recuerdan en parte el posimpresionismo esencialista tahitiano de Gauguin.
Aunque la joven M. Ríos es graduada en Bellas Artes y ejerce la educación-animación artístico cultural, resulta evidente que nos encontramos ante una pintura que adolece de falta de madurez, convencimiento y una más firme personalidad. Por lo demás, se entrevé que detrás existe un trabajo y esfuerzo que con perseverancia y a futuro, tal vez pueda llevar esta novel pintora a una mayor solidez en su creación.
Por el contrario, el perfil del pintor que expone obra en el Arco de Sta. María, es el de un artista consagrado y con bastantes años de ejercicio a sus espaldas con el que no caben contemplaciones dilatorias.
Se trata de Juan Vallejo, burgalés y más conocido últimamente por sus ataques a las puertas de Antonio López para la Catedral de Burgos (véase artículo relacionado: “el Ecce Homo y los gilipuertas en Burgos”).
Vallejo se declara “comunista y ateo” a pesar de lo cual, el Templo cristiano, esa “especie de artefacto a punto de despegar” según él lo considera, le tiene a mal traer ya que ha dedicado sus esfuerzos a presentar una colección de ¿pinturas? donde expresa su sentimiento –creo que más bien resentimiento- hacia la Seo burgense.
La muestra lleva por título “Gótico” y en ella Vallejo ha tratado -en lógica coherencia ideológica- deconstruir o suplantar el magno edificio.
Mas, no espere encontrar el espectador nada remitente al gótico, ni a la realidad del templo burgalés más allá de la esencial desestructuración geométrica a la que puede reducirse cualquier objeto que, para la ocasión, está descompuesto –nunca mejor dicho- en un desparrame de lienzos, agujeros o tableros circulares y triangulares, palotes y tubos entreverados con pintura y diversos pegajos.
El de Vallejo es ese tipo de “arte” enfermo que ha de ser explicado por el “doctor-artista” como si el paciente espectador fuese un disminuido sensorial afectado de alguna patología estética.
Se trata de un “arte” que se ve obligado a explicarse para sanarse en salud mediante retóricas píldoras placebo compuestas de relatos pretendidamente elevados e intelectuales, para revestir la precaria desnudez de lo que formal y estéticamente es en realidad un capricho arbitrario y/o aleatorio que, de otro modo, sería ininteligible incluso para su autor.
Una vez leído el “manifiesto” pergeñado por Vallejo para dar explicaciones del porqué de aquello que ha extendido por las paredes y el suelo, un servidor haciendo un inmenso esfuerzo hermenéutico, llega a la conclusión de que al parecer un tal “dendros” y un “amnios” se fueron a dar un voltio se metieron en un watio, y lo demás ya se puede imaginar …
Porque lo presente en Sta. María, es un homenaje a la Catedral gótica tanto como pudiera serlo a la bicicleta, al posavasos, al triángulo masón o al de las Bermudas y, ya puestos por qué no, un homenaje a Periquito sumando y restando con sus palotes.
Queriendo, se puede añadir en descargo de lo dicho que, dado lo particular y excepcional del espacio expositivo de Sta. María, con buena voluntad, sustrayéndose de toda la parafernalia narrativa con que pretende vendernos Vallejo su falso género, en esta exposición podremos tomar algunas ideas, eso sí, para decorar un disco pub, una checa “cool” y posmoderna, o tal vez un “hipster loft desing”.
Sea como fuere en lo que verdaderamente se ha destacado Juan Vallejo, a falta de otra cosa peor, es en liderar y azuzar una plataforma contra el encargo que le hiciera del Cabildo y la Fundación del VIII Centenario al gran Antonio López de unas nuevas puertas en bronce para la fachada de Sta. María, como sobresaliente aporte contemporáneo y conmemorativo de la octava centuria de existencia del Templo.
En esa su obsesión, Juan Vallejo ha dejado para la posteridad una buena colección de manifestaciones estrafalarias que acreditan su pelaje petulante, radical, agresivo y reaccionario que lo ha llevado incluso a instar sibilinamente al atentado objetual con declaraciones tales como que "si las puertas se ponen, eso va ser el muro de las lamentaciones, ojalá no ocurra, pero las agredirán" (Nius, 07/03/2021). Que Dios, Karlos y los hermanos Marx, se lo paguen…
Finalmente, para no acabar con mal sabor, tenemos en el Consulado del Mar una exposición de buen arte fotográfico que, firmada por Isaac Martínez “Sacris”, lleva por título dos conceptos complementarios: “Greguerías - Bodegones”.
El primero en relación a la parte de propuestas metafóricas que recuerdan las paradojas literarias de Gómez de la Serna o, más miméticos y cercanos, los trabajos del fotógrafo Chema Madoz.
El segundo título-concepto, “bodegones”, nos lleva al mundo de las naturalezas muertas, poniendo una vez más en evidencia que la fotografía, desde hace más de un siglo, ha consumado la obsolescencia de cierta pintura realista y naturalista cuya única virtud sea el clonado bidimensional del modelo. Demostrando que la fotografía puede en cierto modo igualar –no sustituir- resultados atribuibles a la mejor pintura de ese género que profesaron magníficos artistas españoles en la línea de Juan Sánchez Cotán (1560-1627), Francisco Zurbarán (1598-1664), o Luis Egidio Meléndez (1716-1780) entre otros clásicos; pero también contemporáneos como Rafael Moreno Pecino (Córdoba, 1945), hacia quien aprovecho la ocasión de reivindicar y saludar.
La colección que expone Isaac Martínez “Sacris” en el Consulado, es una buena muestra de esa tradición en la que destaca en primer lugar un impecable dominio técnico, al tiempo que una exitosa pero elaborada búsqueda de equilibrio compositivo con un bello, feliz y eficaz encuentro entre luz, color, objeto y forma.
Una muestra muy recomendable para visitar con pausa y obtener como recompensa una placentera experiencia atemporal, acercándose al bodegón actual de todos los tiempos.
“Vuelo Nocturno”, pinturas de Marina González Río.
Sala de exposiciones del Teatro Principal de Burgos, Paseo del Espolón s/n.
Del 30 de junio al 31 de julio, 2022
“Gótico”, pinturas de Juan Vallejo.
Sala de Exposiciones del Arco Santa María de Burgos, Paseo del Espolón s/n.
Del 24 de junio al 4 de septiembre, 2022
“Greguerías – Bodegones”, fotografías de Isaac Martínez “Sacris”.
Sala de exposiciones del Consulado del Mar, Paseo del Espolón 14
Del 19 de julio al 7 de agosto, 2022