LA CIENCIA TODA
© Fernando Garrido, 16, VII, 2023
La otra semana una conocida mía me increpaba que por qué yo negaba el cambio climático si “TODA LA CIENCIA” lo afirmaba. Mi respuesta, como no podía ser de otro modo, consistió en hacer cuestión de las condiciones y términos falaces de su afirmativa pregunta, es decir, un servidor no niega, sino que afirma el hecho de que las temperaturas en los últimos años parecen ser más elevadas que de costumbre, pero que ello no implica que exista un “cambio climático” tal como lo han descrito y fijado los agendistas (2030), patrimonializado el concepto en relación a causas exclusivamente antrópico-capitalistas, que profetizan, atemorizando, horizontes apocalípticos.
Tampoco es cierto que “TODA LA CIENCIA” sea, por así decirlo, afirmacionista unánime, es más, sólo practican la feligresía climática una parte, aquella visible porque disfruta y participa de los grandes beneficios que reportan los cambios que exige la agenda 2030, que supone sin lugar a dudas el gigantesco negocio de este siglo, aunque por el contrario someta a una generalizada depauperación las vidas de la mayoría de la población occidental.
Por otro lado, la ciencia TODA no deja de ser un conjunto de teorías, métodos, hipótesis y comprobaciones que, lejos de atrapar un radical orden universal que siempre se revela escapadizo, resultan chocar aparatosamente contra un pétreo acantilado real a pesar de las ingentes cantidades de recursos que se apliquen a resolver el arcano caótico universal.
He encontrado -no por casualidad- un texto que puede leerse como breve relato o cuento que seguro ilustrará a afirmacionistas o negacionistas, da igual, para alumbrar una saludable moraleja escéptica ante todo buhonero vendedor del lucrativo crece-pelo 2030.
El texto se debe a Imre Lakatos, filósofo y matemático húngaro reconocido por sus contribuciones a la filosofía de la ciencia y la matemática, y está extraído de su ensayo “Pruebas y Refutaciones”, veamos:
Erase “un físico que toma la mecánica newtoniana su ley de gravitación (N) y las condiciones iniciales aceptadas (J) para calcular la trayectoria de un pequeño planeta recién descubierto (p). Pero el planeta se desvía de la trayectoria calculada. ¿Considera nuestro físico newtoniano que la teoría de Newton hace imposible tal desviación y por tanto que –una vez establecida- refuta la teoría N? No, sugiere que debe de haber un planeta hasta ahora desconocido (p´) que perturba la trayectoria de p. Calcula la masa, la órbita, etc. de ese planeta hipotético y luego le pide a un astrónomo experimental que compruebe su hipótesis. El planeta p´ es tan pequeño que posiblemente ni los mayores telescopios disponibles lo pueden observar y el astrónomo experimental solicita una beca de investigación para construir uno mayor. A los tres años está listo. Si se descubriera el planeta el hecho sería saludado como una nueva victoria de la ciencia newtoniana. Pero no es así. ¿Abandona nuestro científico la teoría de Newton y su idea de planeta perturbador? No; sugiere que una nube de polvo cósmico nos lo oculta. Calcula la situación y propiedades de esa nube y pide una beca de investigación para enviar un satélite que compruebe sus cálculos. Si los instrumentos del satélite (que posiblemente son nuevos y se basan en una teoría poco comprobada) registran la existencia de la hipotética nube, el resultado sería saludado como un sobresaliente triunfo de la ciencia newtoniana. Pero no se encuentra la nube. ¿Abandona nuestro científico la idea de planeta perturbador y la idea de nube que lo oculta? No; sugiere que en esa región del universo hay un campo magnético que perturba los instrumentos del satélite. Se envía un nuevo satélite. Si se encontrara el campo magnético los newtonianos celebrarían una victoria sensacional. Pero no es así. ¿Se considera esto una refutación de la ciencia newtoniana? No. O se propone otra ingeniosa hipótesis auxiliar o…”
(I. Lakatos, Pruebas y Refutaciones, Alianza,1986, pág. 97)
Creo que poco hay que añadir a este ejemplar episodio que revela cómo nuestro conocimiento científico, a pesar de lo que necesitemos o queramos creer, se halla más cerca del mito de lo que pueda parecer, y que se repite sobre todo cuando la investigación ha empeñado previamente su palabra a un resultado concreto disponiendo de recursos hacia el infinito.
Apreciada amiga, creo haberte contestado -ahora más prolijo- a ese “TODA LA CIENCIA”, pero como colofón no me resisto a transcribir una cita de A. Escootado para alertar sobre lo que se nos viene encima porque “como mostraron los jacobinos el comité para la salud pública era en realidad un comité de salvación pública; salvación que resulto ser compatible con todo tipo de tormento mientras acabara salvando…”,
enteramente vuestro.