LA PREGUNTA DEL CUARTO DE MILLÓN
© Fernando Garrido, 6, IX, 2024
Me pregunto ¿Existe en España un cuarto de millón de mujeres disponibles para emparejarse con africanos?
Es decir, dispuestas a mantener relaciones de pareja más o menos temporales o estables con personas (varones, me refiero) sin arraigo, sin documentos, sin estudios ni trabajo y muy alejados familiar, étnica, racial, idiomática y culturalmente de ellas.
Hago la pregunta porque al menos 250.000 es la cifra de afro ilegales que el gobierno ha decidido blanquear -nunca mejor dicho- y repartir a lo largo y ancho de este país. Ellos, como ya hemos podido ver y comprobar, son todos enteros varones y en edad de merecer, así que resulta pertinente y cabe preguntarse el qué y con quién.
A pesar del riesgo de excomunión/cancelación me reafirmo en la pregunta ¿Habrá en España un cuarto de millón de voluntarias “open arms & legs”?
Perdón. Sé que lanzar así al aire esa incómoda incógnita podría ser considerado delito (hoy cualquier discrepancia disidente lo es) por el solo hecho de imaginar u otorgar implícitamente una determinada preferencia o rechazo de la mujer española hacia un fenotipo humano concreto con quién habrán de satisfacer su natural y humana necesidad.
Así que, el apareamiento, sea cual fuere su modalidad, grado de consentimiento (sí es sí) o urgencia, será para esos desdichados según parece una cuestión irrenunciable de "Derechos Humanos", o "derecho a mojar" que diría un castizo.
Y para que no digan, a fin de mostrar humanidad, aporto a continuación y en positivo alguna idea para facilitar el emparejamiento masivo de manera ordenada.
Por ejemplo, organizar de nuevo aquellas caravanas de mujeres, redirigidas en este caso hacia los hoteles donde tenemos alojados y vacantes a los chicos ilegales "racializados" a pensión completa y dietas de bienvenida para comprar chucherías.
Otra, más novedosa y de actualidad, podría ser el fijar una hora de sicalipsis “black and White” en Mercadona (mi serve il doppio senso), donde nuestras damas porten un brick de leche o aceite de coco como guiño y señuelo de disponibilidad.
Pero advierto, dada la endémica escasez no paritaria de mujeres patrias, el varón autóctono de toda la vida queda condenado al celibato o a vestir santos con macramé y otras manualidades.
En suma, me temo que un cuarto de millón de ejemplares del llamado macho ibérico alfa, beta o gamma, habrán de dejar generosa y solidariamente su territorio libre para ser ocupado por las arrolladoras manadas del macho africano, protegido por la ética woke, ecologista y regimental.