A LA INDIA, JAPÓN, NEPAL O KAZAJISTÁN
© Fernando Garrido, 11, IV, 2023
Esta misma tarde, es decir, ayer tarde, se me acercaba un señor pidiendo apresurado, pero educadamente, que si podía tomar asiento frente a mí en mi mesa soleada.
Para cuando, somnoliento, levanté la vista de la lectura que tenía entre manos, él sin aguardar respuesta ya se había sentado.
Dada la circunstancia asentí, no podía hacer otra cosa.
Tras unas grandes gafas de sol quise reconocer aquel rostro bastante pálido, acartonado y surcado por tantas líneas como los pliegues internos de una mano campesina. No, no era el del medio de los Chichos, pero algo de parecida sustancia estaba ahí enfrente mío.
Me dijo:
-Mira no te voy a mentir, vengo de tierras sorianas tratando de escapar de ella desde esta mañana.
¡Qué sorpresa! Rápidamente comprendí, aunque no sabía qué decirle. No hizo falta. Enseguida él sacaba una capsula USB de memoria del bolsillo y me decía en tono imperativo:
-Escucha, toma esto. Son todas mis obras metidas en este chisme, guárdalo, nunca es tarde. Algunas las leíste en aquel tiempo en que andabas buscando no se sabe el qué. No digas nada, no te excuses, es innecesario, aquel camino no era el tuyo, pero te ayudó a encontrar algún otro, aunque aún sigas buscando.
-Sí, es verdad.
Le respondí.
-Tienes razón, ahí sigo, pero quiero que sepas que te estoy agradecido, pasé muchas horas con ellos, es decir, contigo y algún pedacito de alma tuya llevo puesta encima y no se trata de aquella foto… ni de la noche de verano bajo las estrellas en Guadalajara, mientras tú te fumabas la vida envuelta en papel de liar.
-Bueno, vale, no digas chorradas, que no hay tiempo, ella me persigue, me marcho para la India, para la China, el Japón, Nepal, Kazajistán o donde haga falta con tal de....
-Espera, me temo que ahora eres tú el que desvaría. Ella te cazó esta mañana en Castilfrio. Mira mi teléfono, aquí lo pone. Siento informarte… Pero dime una cosa, qué ha sido de aquel viejo ataúd que guardabas en casa ¿Finalmente lo has repudiado?
-Je, un golpe bajo que ya me esperaba. Sabes, la literatura para el que escribe no acaba ni empieza jamás en el acto de escribir porque continúa en el individuo que la crea, cautivo inexorable como personaje en lo escrito y de lo que ha de escribir. Ese sarcófago desvencijado es mi cuna, es mi principio, no mi final. Es el útero, el estuche de donde emergió un día el personaje, el escritor, que murió previamente como hombre común para ingresar en el universo cuasi eterno de las letras.
Y por eso, tocayo, debes saber una última cosa. Ella no me cazó esta mañana, sino entonces, hace muchos años.
Ahora lo que pretende es cobrarme el ataúd del hombre, la lauda post mortem y todas esas parresias varias: culo inquieto, fantástico catacaldos, cultísimo, extremo, titiritero, disidente, iconoclasta, políticamente incorregible y que sé yo cuantas cosas más que dicen y dirán por hechizo de esa puta rastrera, celestina de negro.
Me voy, tampoco aquí contigo, en el Espolón de Burgos, estoy libre de que ella te seduzca. No escribas nada de mí. El elogio debilita. Adiós, pero sé que no harás caso...
-Pues si tú lo dices… Adiós Fernando, adiós sabelotodo.