FELIZ ODISEA 2022
© Fernando Garrido, 1-I-2022
Para quien en verdad quiera saber, como todo buen empeño, requiere de esfuerzo, y yo diría que en estos tiempos se necesita a la vez una alta dosis de temeridad.
A partir de esto, a nadie le está asegurado el encontrar la verdad de las cosas. Es más, aun topándose con ella, podría no ser reconocida como tal. Pero además, con la verdad entre las manos encontraremos invariablemente aún otras dificultades en el horizonte, por ejemplo la cuestión ética, o sea, cómo y para qué empleamos esa verdad y su ciencia o la licitud del método empleado para conocerla.
Mmmm, me temo que esto se va complicando… No digamos sí nos fijamos en el proverbio griego, puesto en latín por Plinio el viejo, aquel que reza, “in vino veritas, in aqua sanitas”. Si en el vino está la verdad, ¡ea! emborrachémonos siguiendo la estela de Baudelaire: “¡Es hora de emborracharse! para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, emborráchate; ¡emborráchate sin cesar! de vino, de poesía o de virtud”*. Esto mismo parece suceder bajo mi balcón a estas horas tempranas del nuevo año.
Son las cinco de la madrugada a día uno de enero de 2022.
Escucho en la calle estridentes algarabías, ruidosas exaltaciones de la amistad, canticos regionales e incluso insultos al clero y a la autoridad; también alguna botella que se rompe estrellada en el suelo y algún que otro llanto desaforado. ¿Tendrán esos chavales, muy, pero que muy
in vino, la verdad entre sus manos? No lo descarto, como tampoco el que dentro de unas horas el agua y una tortilla de Alka-Seltzer, vendrán a sanarles de la segura resaca. Ya se sabe, quien cena vino desayuna agua.
En cualquier caso, la búsqueda y conocimiento de la verdad sólo comienza poniéndose de veras a ello, y mejor con agua fresca.
Recordemos otro clásico aforismo latino: “sapere aude” (atrévete a pensar) con que el poeta Quinto Horacio Flaco, se adornó en una epístola dirigida a un tal Lolius, allá en el siglo I antes de nuestra era.
Por nuestra parte, a pesar de las dificultades impuestas, cada día vamos averiguando más sobre la naturaleza y propósitos de la plandemia del coronatimo.
Excusen los epítetos aparentemente heréticos o jocosos; pero el llamar a esto “pandemia” no es menos creativo, burlesco o extravagante.
En todo caso se trata de una sinécdoque que pone en mayúsculas una crisis sanitaria planificada, para escamotear el resto del armamento con que venimos siendo atacados. Pues en realidad estamos sólo ante una parte de un todo, cuya verdadera naturaleza y propósito permanecen mayormente ocultos. Algunos lo identifican con una Guerra Mundial ¿la tercera? Así nos lo encaja Cristina Martín J. en su reciente ensayo donde, bajo el título de “la Tercera Guerra Mundial ya está aquí”, analiza críticamente este embrollo dramático que sufre nuestra civilización desde hace décadas y que se ha acelerado los últimos dos años. Para quien tenga ganas de conocer, recomiendo darlo una ojeada. Sapere aude.
Coincido con C. Martín en que se trata de una guerra global cuya eficacia, como principio, consiste en no llamarla por su nombre sino servirse ahora de una fantasmagórica muleta vírica. Un ángel exterminador altamente rentable y destructivo, del cual todo el mundo parece haber olvidado que fue creado en China.
Hace apenas un año por estas fechas lanzaba un artículo (disponible para descargar más abajo), en que ya señalaba todo esto. Sapere aude.
Es insólito que en el centro de los debates y discursos políticos, económicos, científicos, etcétera, raramente se encuentre referencia ni análisis del origen del
vicho, quién lo creo y a qué propósito lo lanzó al Mundo.
No se habla del hecho de que China no proporciona información; especialmente la secuencia completa del genoma de su engendro artificial de laboratorio. Información indispensable para hacerlo frente no solo desde el ámbito científico, sino también desde el plano ético. En torno a esta última cuestión, una pregunta ¿Qué hubiera sido de esa gran potencia occidental americana si, tras el ataque de Pearl Harbor, no hubiera dado una contundente tunda al agresor?
¿Por qué a China ni se la toca? Al contrario, se lo compramos todo, incluidos los remedios y placebos.
Es insólito. Escuchamos a nuestros políticos a diario esgrimir como argumento razones causales de tal o cual cosa negativa, achacables siempre al adversario y se nos habla continuamente de imputar o depurar responsabilidades. Sin embargo en este caso, la responsabilidad última siendo más que evidente se soslaya, comenzando por la OMS y el resto de organizaciones internacionales o supranacionales.
Alguien lo entiende. No, a menos que todas las instituciones participen de la fiesta, a la que se suman la gran mayoría de gobiernos nacionales. Debe ser eso, que han entendido esta plandemia como un festival, que han encontrando en ella oportunidad para darse el gran festín. Es según parece, “la más alta ocasión que vieron los siglos” para el proyecto antipersonal totalitario ensoñado por cualquier tirano que en el mundo sea.
Occidente hoy, no responde, salvo contra sus propios ciudadanos. No será que esto va precisamente de eso, de aniquilar al individuo y la sociedad tal y como nos conocemos hasta ahora. Personalmente lo tengo claro.
Y como en el bíblico y recalcitrante Eclesiastés, el presente libro de cabecera dice: “después de una ola viene otra, y así sucesivamente”. Genomas, cepas, variantes, mutaciones y lo que haga falta. ola, ola, ola, no vengas sola: Alpha, Beta, Gamma, Épsilon, Eta, Lota, Kappa, Mu, Zeta, Delta… Y ahora tenemos Omicrón a todas horas en los medios de comunicación asusta viejas, oficiales y subvencionados.
Esto no es todo amigos, ya están disponibles las nuevas entregas de la saga “vacunados”; vacuna uno, vacuna dos, vacuna tres; los primeros, los mayores, los menores, los niños. Somos los mejores, los más vacunos.
A falta de “resistirés” y aplausos a las ocho, hay muuuugidos a todas horas. Las vaquitas buenas marcadas van, con su preceptivo marchamo (pasaporte covid) sanitario, camino del sacrificio demócratico, social y financiero.
Perdónenme amigos, familiares, conocidos y demás lectores. Lo siento. Por coherencia, no puedo, aunque desearía, felicitar el nuevo año.
Para 2022 no esperemos buena nueva bajo el sol, sólo queda animar al esfuerzo por buscar, encontrar y denunciar la verdad a riesgo de ser tachados de conspiranoides, negacionistas, fascistas o antisociales y malas malísimas personas. Y porque la verdad oficial hoy tiene muy mal vino, echémosle agua, aunque sea bendita, para sacar al satisfecho y resiliente minotauro SNCHZ de la Moncloa.
* Charles Baudelaire, «Pequeños poemas en prosa o Spleen de París» (1862), Ed. Visor Libros, 1998.
Descargar archivo PDF: Odisea 2021, © F. Garrido, 16-I-2021