© Fernando Garrido, 16, II, 2024
Es una realidad que aquellos, ya raros, individuos que poseen una capacidad crítica analítica y la ejercen, han dejado de confiar en los partidos tradicionales y aún peor, en aquellos que llegaron, desde la izquierda primero y desde la derecha después, con una enmienda a la totalidad declarándose enemigos y por tanto ajenos a la casta dirigente que tenía secuestrada la democracia.
Si bien es cierto que desde la izquierda el movimiento 15-M ocultaba un propósito revolucionario contra el sistema, coincidente precisamente con los intereses de la casta, por su parte la derecha crítica contrarrevolucionaria, que venía sin embargo con el firme y necesario propósito de restaurar el orden, ha sido tragada por los mismos males –internos y externos- que afectaban a los otros o todavía peor, porque en ese intento han abandonado su esencial discurso regenerador de amplio espectro, para caer y aceptar el carácter ultra caricaturesco que le ha asignado la revolución, a fin o a cambio de conservar un reducido y perentorio estatus residual de necedad útil contestataria, en franca descomposición –si no se remedia inmediatamente- hacia su disolución y la nada.
España es el primer estado europeo que ha pasado a ser netamente un régimen neo comunista según el actual modelo iberoamericano, sin que haya existido una verdadera y real oposición política ni ciudadana a su instauración.
Ha sido una revolución invisible efectuada desde arriba, desde esa casta conformada por la élite y camarillas partitocráticas, que han ido obteniendo el poder sirviéndose y acrecentando las debilidades de una democracia que, en sus manos, es cada vez menos real porque, para empezar, encumbra a mayorías parlamentarias y gobiernos mediante el sistemático engaño al electorado, el fraude a la ley y la alteración de los principios constitucionales, atendiendo siempre a la supervivencia e intereses particulares y exclusivos de las familias de partido y de sus bases clientelares.
El neo comunismo actual parte de los principios colectivistas tradicionales del marxismo, incorporando los nuevos instrumentales dogmas globalizadores como el ecologismo apocalíptico, el feminismo fundamentalista, la multiculturalidad disolvente, el neo puritanismo de la cancelación, el escepticismo fluido y postmoderno, la determinación volitiva sexual, etcétera.
Este auténtico proceso de cierre democrático está financiado por los tres grandes negocios del siglo: la agenda 2030, la burocracia intervencionista total del estado (gran hermano panóptico) y el narcotráfico. España es buen ejemplo de ello y caso extraordinariamente paradigmático.
Con arreglo a los mencionados objetivos utilitarios de partido, cada uno ha aceptado un determinado rol (complementario) en el espectro existente y posible, ensanchándolo y desbordándolo ampliamente mediante la incorporación de aquellas posiciones que abiertamente pretendían derribar el sistema, del cual ya sólo queda una -difícil de mantener- apariencia democrática.
Una apariencia construida a base de un enorme aparato propagandístico que ha logrado sustituir a la política para convertirse en un verdadero foro extraparlamentario de debate, amañado, donde ventilar los asuntos y teledirigir a la opinión pública, ocultando la realidad de lo que está sucediendo tras el telón de los bunkers legislativos, judiciales y ejecutivos en su proceso de fusión total.
¿Cómo se ha conseguido arribar a esto? pues en España, aparte de la entusiasta asunción de aquellos supra escritos neo dogmas y su forma de financiación, citaré sólo dos elementos autóctonos que son determinantes: el régimen de las autonomías impulsado hacia un inevitable sistema de segregación republicano, y el terrorismo asumido como actividad política aceptable en función de sus objetivos coincidentes y útiles a la revolución.
Con todo, los efectos visibles que ya están aquí, resumiendo, son: la descomposición de la igualdad individual, colectiva y territorial, y la supresión -ya no sólo de facto- del derecho a la propiedad, y por tanto la desaparición de la principal causa-efecto para que se den las demás libertades cívicas fundamentales: libertad de movimiento, asociación, de conciencia, pensamiento y expresión.
España, como decía al inicio, es el primer estado neo comunista en Europa y si la Unión lo acepta toda ella seguirá su mismo proceso –ya en marcha en algunos países- con lo que la vieja ensoñación marxista habrá finalmente triunfado contra el hombre libre.