SER Y ECHAR
© Fernando Garrido, 14, II, 2024
Cierto proverbio nemotécnico a propósito del verbo “echar” aconseja que lo suyo es echar de él, cuando se escribe, la “h” inicial. Todo a cuenta de que a veces se puede caer en el error de confundirlo con el verbo “hacer”.
Aunque, también es verdad que “echar” es “hacer” que algo salga o vaya a parar hacia alguna otra parte.
El caso es que hoy 14 de febrero cada cual haga y entienda lo que le venga en gana con la levedad de su ser.
Pero no confunda este “ser” sustantivo con su homónimo verbo, copulativo por excelencia.
He dicho ¿copulativo? Me estoy liando. No, no, efectivamente, “ser” actúa como copula para señalar cualquier cualidad o atributo de un sujeto sintagmático. Ninguna otra ocasión tan señalada como hoy para escuchar aquello de ser tú, yo, ese o aquel sólo polvo, del cual partimos y al cual volvemos más temprano que tarde.
Sí, hoy -copulando de nuevo- es miércoles de ceniza, coincidente con San Valentín, día de los enamorados. Extraordinaria circunstancia confluyente que puede dar lugar a chuscos e insensatos chascarrillos erótico festivos, por aquello de sustituir el “ser” por el “echar”.
Es decir, copulando que es gerundio, por arte y transitiva voluntad de expulsar a algo u alguien del estado o lugar en que se encuentra.
Quizás echar a un ministro cenizo, a un gobierno entero o expulsar a todos los demonios (que son tantos…) de este suelo patrio.
No estaría mal que los deseos fueran ordenes cumplidas con tal de expresarlos en alto o por escrito.
Por si acaso, anfibológicamente hablando, dicho y hecho, tanto o menos hagamos como seamos o echemos: ¡Feliz día de San Valentín!