ODA ELEGÍACA AL MAL NACIDO
© Fernando Garrido, 16, XI, 2023
Yo te declaro la guerra, mal nacido, hasta destruirte y que sea mi patria, en tu ausencia, felicidad.
Creerás, miserable, que poca cosa soy.
Mejor así, tú desprecio, narciso, es tu debilidad. Una de tantas enfermas arrogancias que te harán tropezar, soberbio, en el muladar de tus repugnantes deseos.
Te declaro la guerra eterna hasta el final.
No das miedo ni pena, destilas, como lepra en rostro, asco y vahos de podredumbre.
Ya lo sabes, estúpido, indigno roedor, estoy en guerra contigo y tú contra mi desde que manchaste, falsario, balbuceando, torpe, la palabra democracia, ese lugar común de libertad que viniste, sucio y perverso, a destruir.
Tu historia, maldita, se escribe con odio patológico y tinta, cobarde, de calamar.
Tus armas, corrupto, son las de traición y tu ejercito huestes hediondas, apestadas con tifus incubado en el resentimiento de los difuntos.
Yo, hideputa, me conjuro para acabar con vos, para librar a este solar nuestro del peor mal hallado que la historia tendrá a disgusto recordar.
Borraré, me prometo, tus huellas con sal.
Quebrantaré tus huesos, desgarraré tus tejidos, reventaré tus vísceras con esa espada toledana que dignifica la causa del guerrero, investida de legitima humanidad: frente a la mentira, bestia, el filo de la justicia, implacable caballero de la verdad.
¡Estás muerto y no lo sabes!