…para Y de luna llena
-¿Me quieres cariño?
Le preguntaba la Noche, casi extinta, al Amanecer que puntual llegaba al relevo de la guardia.
Este, a ella contestó:
- Sí, Noche, te amo en tus claros de luna, porque en ellos te confundes con ese despertar a la luz, promesa de un nuevo día, que ahora soy yo.
- ¿Entonces no me quieres toda, Amanecer?
- Dímelo tú, cuán dispuesta Noche estás a seguirme iluminada, y yo de cierto lo sabré…
- Pues ya lo conoces ¡qué pesado eres Amanecer!… No depende de mí la claridad para gobernar corazones, ni tampoco el color y forma de los cuerpos terrestres cuando, en la oscuridad, sucede su nocturno brillante renacer.
- No me engañes Noche, pues sólo por ti y en ti la blanca luz de la esfera celeste se hace notar, esa misma que a mí me huye y entre brumas azules desaparece.
- Te equivocas sin embargo tú, Amanecer, que eres siempre brillante, tal como yo en plenilunio, mas con luz ambos prestada de un generoso Sol.
- Siendo cierto, entonces Noche, ya te respondo ahora yo:
Sí. Sí que te quiero aun oscura, porque nada y una misma cosa somos tú y yo, sino apócrifos amores de estrella encontrados, ávidos reflejos de un lejano astro abrasador.
Vuestro, Amanecer F.