SPQR – SPQH
(Senatus Populus Que Romanus, Que Hispanus)
© Fernando Garrido, 2, XI, 2023 (día de difuntos)
Fue un 23 de julio de 2022, justo un año antes de la quiebra de España en las urnas, cuando el enfermo gran psicópata anunció en Ferraz, ante su comité de siervos, y repetido hasta tres veces un “vamos a por todas”.
Aquello se ha cumplido.
Fue la amenaza cierta de quien teniendo el poder se ha arrogado la capacidad para ejercerlo sin escrúpulos, control, ni ley, pasando por encima de todo sin importar la sacralidad de las instituciones democráticas. Poniéndose con ello totalmente al margen de la ley, sostenido por fuerzas políticas desleales, rebeldes y criminales, condenadas por terribles delitos contra la sociedad y, la nación española, a que la que ahora se condena por haberse defendido de aquellos que la violentan.
Estamos viviendo el momento trágico en que, a partir de una ley transaccional de amnistía para obtener ilegítimamente el poder, se liquida del Estado de derecho vigente en España según contempla el primer artículo de la Constitución.
Para ello, la traición se tramitará como proposición de ley, para eludir, una vez más, cualquier control del parlamento y el ordenamiento jurídico como, por ejemplo y entre otras, la Ley Orgánica que exige la intervención consultiva del Consejo General del Poder Judicial que, con mucha dignidad, ha advertido, en un rotundo documento, del tremendo oprobio y el peligro inminente que acecha al orden constitucional.
Si nadie lo remedia, SNCHZ se proclamará ya definitivamente dictador de un régimen incierto.
La historia de estos días, de consumarse efectivamente el golpe, será contada como el momento y punto de torsión del inicio de la quiebra y desaparición de una nación centenaria.
Pero esta historia, como la de Roma, la escriben primero -y en muchos casos exclusivamente- los vencedores.
Por eso mismo un tal Cayo Julio César goza en el imaginario colectivo, la historia y literatura, de una extraña fama y su figura es acompañada por una deliciosa épica y romántica mitología, aunque en realidad César se erigió en dictador de Roma, derogando de facto las instituciones republicanas que lo habían puesto ahí.
Sin embargo, Bruto, cuyo nombre se ha convertido en escarnio de bestias, en realidad y junto a otros apuñaló a Cayo Julio César para poner a salvo a Roma de su poder absoluto, contrario al espíritu del senado y del pueblo romano, SPQR.
Pero volviendo al siglo XXI, quizás la historia de este momento crucial, escrita algún día por un heterodoxo, se lamente de que ni por Dios, ni por la nación ni la libertad, hubo ni un solo Marco Junio Bruto de entre las gentes del SPQH, el antiguo Soberano Pueblo Hispano que desapareció, bajo una dictadura que lo condenó a la esclavitud y la nada.