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© Fernando Garrido, 31, XII, 2024
Hoy, en estas horas finales de 2024, recuerdo que mi primer artículo del año se lo dedicaba a una española, doña María Branyas Morera, por ser la chica más longeva del Planeta. Como estaba previsto, ella apagaba el pasado marzo nada menos que 117 velitas. Pero lamentablemente se nos fue poco después, en agosto, dejando vacante la anciana cátedra de Matusalén, que ha pasado a manos de una tal Tomiko Itooka, que cuenta ahora con 116 japónicas primaveras.
Tengo entendido que allí, en el Japón, veneran a sus mayores y fallecidos más que aquí donde los imputamos, condenamos y celebramos precisamente por haberse muerto. Tal es el caso para este 2025, declarado por el gobierno año jubilar Pacobeo, al cumplirse el 50 aniversario del óbito del Generalísimo, también llamado san Francomodín, cuya estampa es fetiche de tahúres, ladrones y corruptos. Sí, así es, España es un extraño país que parece tener el pasado como destino prioritario.
Por lo demás, a éstas horas los opinologuistas del bla, bla, bla, ya tendrán finiquitadas sus columnas en la consabida clave de epítomes recalcitrantes y sentimentaloides, con que suelen apuntillar al lector desplegando toda esa imaginación recurrente y plomiza instalada en la suma obviedad adornada con espumillón.
Ya saben, estadísticas, arribistas o menos, con buena o mala uva, que son doce en total, el champán, el matasuegras y el explotado cuñado en boca de espontáneos monologuistas. También encontraremos las recomendaciones de la DGT o de moralistas de bolsillo advirtiendo de lo que ya sabemos, es decir, que los buenos propósitos de año nuevo son tópicos fracasados a priori y pocos o nadie los logra llevar a buen término. Lo típico, dejar el tabaco, abandonar las grasas saturadas, apuntarse al gimnasio y a la dieta de verduritas, traslará.
Un servidor, ya sin quererlo, está en cierto modo haciendo gasto innecesario de esa moneda tan falsa que rápido desaparece de la hucha donde depositamos los dineros cebados de frágiles intenciones.
Quedemos perdonados, porque de veras que es necesario derrochar mucha fantasía para soportar tanta realidad. Se dice, y con razón, pero sin una buena parte de ella, que tropezar con la misma piedra es inherente a la libertad humana. Lo peor es que a fuerza de trompazos nos encariñamos con la piedra.
Volviendo a mi primer artículo de 2024, en él expresaba también en plan premonitorio: “¡Salve 2024! los que van a sufrirte te saludan. Y que España te sobreviva. La historia dirá de vos lo que ordenen los vencedores en el engaño, que comprarán relatores y sembrarán de sal cualquier página escrita con el rigor de la verdad que, sin remedio, lo será en articulo mortis”.
Y para qué gastar estos últimos instantes en apuntar más de lo que ya ha quedado por escrito largamente en las 108 piezas, entre artículos de opinión, crónicas y relatos, que he publicado durante 2024 en ésta web punto es… Por eso ahora quisiera mostrar mi agradecimiento a quienes de una manera u otra me han ayudado, inspirado o provocado a escribir, y sobre todo a aquellos que incluso me habéis leído a pesar de los renglones tan llenos de espinas. Sin remedio esta es la última del año.
FELIZ 2025